5 razones para conectar con la naturaleza: de la separación a la armonía
Un futuro mejor empieza con la naturaleza. Explora cinco razones inspiradoras para reconectar con la Tierra y construir un mundo más equilibrado y resiliente.
Los seres humanos hemos alterado alrededor del 95 % de la superficie terrestre. Hemos construido vastas ciudades, talado bosques y represado ríos para beneficio propio. Estas actividades suelen considerarse triunfos de la humanidad, que han permitido avances y progresos notables. Sin embargo, esta mentalidad prioriza las necesidades humanas sobre la salud del planeta. Usamos la naturaleza para nuestra conveniencia y, al hacerlo, ponemos en peligro nuestro planeta y las vidas que sustenta.
El último informe sobre Riesgos de Desastres Interconectados nos insta a cambiar por completo nuestra forma de pensar sobre la naturaleza. En lugar de verla como algo externo, listo para ser explotado, nos invita a reconocer que pertenecemos a ella y somos parte de ella. He aquí por qué ese cambio de mentalidad es más urgente que nunca:
La naturaleza no es sólo un recurso, sino nuestro sustento.
Durante siglos, se ha enseñado a las sociedades a ver la naturaleza como algo separado de nosotros: un conjunto de materias primas que extraer, moldear y controlar. Pero esta mentalidad ignora que sin ecosistemas sanos, no podemos sobrevivir. Necesitamos aire limpio, agua dulce y alimentos, todo lo cual nos proporciona la naturaleza. Cuando destruimos bosques, secamos humedales o sobrepescamos nuestros océanos, socavamos los mismos sistemas de los que dependemos.
Intentar controlar la naturaleza suele ser contraproducente
Durante mucho tiempo hemos intentado forzar la naturaleza a adaptarse a nuestros planes, pero estas soluciones a corto plazo suelen causar problemas a largo plazo. Tomemos como ejemplo el río Kissimmee de Florida. En la década de 1960, 160 kilómetros de río sinuoso se convirtieron en un canal de 9 metros de profundidad. Si bien esto redujo las inundaciones, también desecó alrededor de 160 kilómetros cuadrados de humedales, lo que provocó una disminución del 90 % en las poblaciones de aves acuáticas y del 70 % en el número de águilas calvas. Muchas otras especies de peces, aves y mamíferos desaparecieron por completo. Reconociendo la magnitud de este daño ecológico, desde entonces se han realizado esfuerzos para revertir parte del daño. Se han restaurado partes del río y se ha devuelto el hábitat a las especies de humedales, proporcionando corredores para que panteras y osos crucen el estado. Los humedales saludables también proporcionan agua dulce y ayudan a regular las inundaciones, lo que también beneficia a las comunidades humanas ante fenómenos meteorológicos extremos como sequías e inundaciones.
Perder la biodiversidad significa perder nuestra red de seguridad
Más de un millón de especies de plantas y animales se encuentran actualmente en peligro de extinción. Las poblaciones de anfibios, aves, peces, mamíferos y reptiles han disminuido alrededor de un 70 % desde 1970, y se estima que el 45 % de todas las plantas con flores conocidas están en peligro de extinción. Esto afecta directamente la estabilidad del mundo en el que vivimos. Los ecosistemas diversos son más resilientes, y cuando eliminamos demasiadas piezas del rompecabezas, todo el sistema se vuelve frágil. Proteger la biodiversidad significa salvaguardar el planeta y a nosotros mismos.
La naturaleza y la biodiversidad no son el enemigo
La idea de que la naturaleza debe ser conquistada no es universal. En muchos lugares, la gente ha vivido durante mucho tiempo en armonía con los ritmos del entorno. En Vietnam, por ejemplo, las inundaciones estacionales son bienvenidas. Proporcionan agua y nutrientes a los campos, eliminan sales y toxinas del suelo y recargan las aguas subterráneas. Las comunidades indígenas de Hawái, Australia y México consideran a los árboles, ríos o colibríes como miembros de su familia. Este sentido de parentesco les ayuda a sentirse parte de la naturaleza en lugar de crear una división entre los humanos y la naturaleza. Aprender de estas diferentes tradiciones y perspectivas de todo el mundo puede ayudarnos a encontrar maneras de trabajar con la naturaleza en lugar de contra ella.
La forma en que pensamos sobre la naturaleza moldea lo que construimos
Es fácil sentirse abrumado por la magnitud del daño ambiental. Pero las historias de recuperación demuestran que el cambio es posible. Por ejemplo, los esfuerzos de conservación en Colombia han reducido la pérdida de bosques a su tasa más baja en 23 años. La naturaleza puede sanar si le damos el espacio y el apoyo necesarios. Detrás de cada río represado, bosque talado o humedal drenado hay una decisión y un reflejo de cómo vemos nuestro lugar en el mundo. Al reintegrar los procesos naturales a nuestras vidas, podemos reconocer nuestro papel en los ecosistemas, asegurando un futuro equilibrado y resiliente para el planeta en su conjunto.
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