PACTO PARA EL FUTURO DE LA HUMANIDAD (i)
(La declaración política de Daejeon)
Nosotras las ciudades, los gobiernos locales y las regiones y sus asociaciones de todo el mundo representando a comunidades grandes y pequeñas, metropolitanas, rurales y urbanas, reunidos en el 7º Congreso Mundial de CGLU en Daejeon, República de Corea, del 10 al 14 de octubre de 2022, bajo el lema "Los gobiernos locales y regionales abriéndose al mismo latido", adoptan el Pacto por el Futuro de la humanidad de la siguiente manera.
UN MOVIMIENTO CENTENARIO
La Feria Mundial de Gante se inauguró en 1913 y con ella el primer Congreso Internacional de Ciudades de la historia. Reunidos bajo el lema "El arte de construir ciudades y organizar la vida en comunidad", el mensaje enviado, hace ya más de un siglo, fue alto y claro: la planificación de nuestros pueblos y ciudades era un ámbito de creatividad y co-creación que tenía en la buena gestión de los bienes comunes un faro de nuestra vida en común.
Tanto el acontecimiento como la Unión Internacional de Ciudades que desencadenó, fue producto del movimiento por la paz. Es significativo que uno de los organizadores del evento, Henri La Fontaine, ganara el Premio Nobel de la Paz ese año. En Gante, conscientes del creciente malestar político a nivel nacional y de los presagios de guerra, nuestro incipiente movimiento municipalista se reunió para buscar una transformación global que, a través de un nuevo tipo de gobierno, abordara la dimensión global de los retos a los que se iban a enfrentar. Esta iniciativa transformadora llegó a conocerse como diplomacia de las ciudades.
En la construcción de la paz después de los conflictos que siguieron a las dos guerras mundiales, las soluciones trazadas por el movimiento internacional por la paz se centraron en las mismas relaciones estatales que habían puesto a nuestras sociedades al borde de la autodestrucción. Y sin embargo, el papel de nuestra circunscripción de gobiernos locales y regionales fue tan relevante como subestimado. La cooperación técnica y los hermanamientos se convirtieron en importantes articuladores de nuestro espacio en la escena internacional, y en un instrumento de cultura humana que acercaba a las poblaciones, reforzando los puentes entre ellas con independencia de las afiliaciones políticas.
Era un mundo peligroso. La paz, condición última para la vida en comunidad, ya no estaba garantizada, y de ahí que el arte de construir ciudades y organizar la vida en comunidad, tal y como se reconoció en 1913, diera un paso adelante para intensificar los vínculos entre ciudades que superaban los conflictos de los gobiernos nacionales.
El espíritu del movimiento municipalista se ha ido fortaleciendo y también el reclamo de un mayor reconocimiento de las ciudades, los territorios y sus redes como actores políticos en el sistema multilateral. Nuestro colectivo consolidó su posición en el escenario global a través de las Conferencias de Hábitat de la ONU en Vancouver (1976) y Estambul (1996), donde tuvo lugar la primera Asamblea Mundial de Ciudades y Autoridades Locales. El movimiento municipal celebró su centenario en 2013 para ver, solo tres años después, el logro histórico de la Nueva Agenda Urbana. El Documento Final de Quito consagró el Derecho a la Ciudad y aglutinó a nuestro colectivo organizado en el sistema internacional al reconocer a la Asamblea Mundial de Gobiernos Locales y Regionales como su mecanismo de seguimiento y revisión.
En esta era urbana, estamos abrazando nuestros orígenes para llevar a cabo una transformación sistémica. Salvaguardando la democracia local, construyendo la paz a través de la cooperación mutua, y permaneciendo fieles a los valores y principios de la descentralización, la subsidiariedad, la igualdad de género, el autogobierno y la responsabilidad.
En 2020 el mundo se detuvo de nuevo, y la forma de relacionarnos cambió radicalmente, quizá para siempre. La crisis de la COVID-19 actuó como una lupa que puso de manifiesto quién y qué estábamos dejando atrás.
Si bien la pandemia nos puso frente a un escenario sin precedentes, también nos dio un renovado sentido de propósito para llevar a cabo las transformaciones que necesitábamos -de nuestras creencias, de nuestras acciones, de nuestras asociaciones- para abrirnos paso al mismo latido. Entendimos que fracasar no era una opción. Para superar los actuales niveles de desigualdad, abordar una crisis medioambiental que está llegando a un punto de no retorno y desafiar la creciente brecha cultural.
Sin embargo, dos años después del estallido de la pandemia, el mundo ya no parece estar a la altura de ese espíritu de esperanza. La innovación y el cambio ya no son los principales motores de nuestra visión. La solidaridad no está liderando nuestra acción. La polarización de nuestro mundo está alcanzando nuevas cotas, y nos acerca al momento de la historia que, hace más de un siglo, condujo a nuestra fundación. Lo que está en juego es más importante que nunca.
Hoy, sin embargo, no estamos en el mismo lugar oscuro. Nosotras, como movimiento municipal, estamos más equipadas. Tenemos un mayor alcance. Y existe un sistema multilateral comprometido con el fortalecimiento de la gobernanza mundial por el bien de las generaciones presentes y futuras. La Cumbre para Futuro de la ONU representará la piedra angular de este momento fundacional, y el Pacto para el Futuro será la contribución de los miembros de CGLU y de nuestro colectivo organizado, articulado en torno al Global Taskforce de Gobiernos Locales y Regionales.
Por un mundo que tienda un puente entre las acciones locales y las tendencias globales, llevando la perspectiva territorial a las agendas globales. Por un mundo feminista que cuide y garantice la igualdad de derechos para todos. Por un mundo impulsado por comunidades bien informadas, críticas y empoderadas. Por un mundo basado en la solidaridad.
Ciudades y Gobiernos Locales Unidos, un movimiento impulsado por la igualdad, se compromete a facilitar el espacio para que los líderes locales y regionales hagan realidad este mundo.
Tenemos que hacerlo por nuestro futuro común. Por las personas, por el planeta y por el gobierno.
LA NECESIDAD DEL PACTO
En los dos últimos años, una pandemia mundial ha reforzado de manera simultánea tanto la interdependencia como la enorme separación que existe dentro de las sociedades y entre ellas. Estamos viviendo un cambio de época, no sólo una época de cambios. Han surgido nuevas vulnerabilidades que profundizan estas divisiones. A pesar de lo devastador que ha sido la COVID, queda eclipsado por las tres crisis existenciales pero vinculadas que amenazan nuestra propia supervivencia: el crecimiento desenfrenado de las desigualdades y las crisis ecológicas, incluidas la emergencia climática y la pérdida de biodiversidad.
Los audaces y exhaustivos Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados por los gobiernos nacionales en 2015 ya están significativamente desviados: a nivel mundial, los gobiernos nacionales se están quedando cada vez más lejos de los objetivos acordados, con consecuencias potencialmente catastróficas. Los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) y de la Plataforma Intergubernamental Científico Política sobre la Diversidad Biológica y los Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés), siguen señalando tanto la naturaleza como las probables consecuencias de nuestros fracasos colectivos en la reducción de las emisiones y en la consecución del objetivo de Red Cero para 2050, para estabilizar nuestro clima, regenerar la naturaleza y evitar el sufrimiento, la pérdida y la migración de millones de personas, especialmente en los países más vulnerables del Sur Global, como los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo.
Las primeras respuestas a la pandemia del virus de la Covid dejaron entrever un impulso más solidario y empático en las sociedades de todo el mundo. Sin embargo, está claro que después de la Covid, el mundo no ha pasado a la prometida nueva normalidad, sino que, por el contrario, no sólo se ha vuelto a lo de siempre, sino que incluso se ha producido un marcado deterioro de nuestro planeta y de las condiciones de vida de la gente en todo el mundo.
Reforzados por los dramáticos retrocesos en materia de paz y democracia y por el arraigado racismo y sexismo, la discriminación por edad y la discapacidad, los derechos humanos universales se han debilitado, eliminado o negado en demasiadas partes del mundo. Se ha discriminado a las personas utilizando la raza, el género, la religión, la etnia, la cultura, la orientación sexual, la edad, la clase y las discapacidades, con un aumento del discurso de odio y la desinformación, a menudo amplificados a través del poder no regulado y el anonimato de los medios de comunicación social. Las continuas desigualdades de género y la discriminación diaria y sistémica contra las mujeres y las niñas, las personas mayores y las personas con discapacidad, a nivel mundial, siguen degradando nuestra humanidad y afianzando la falta de logros colectivos, y una nueva angustia del siglo XXI afecta a las personas jóvenes del mundo: la angustia sobre el futuro de nuestro planeta y la ansiedad ecológica.
Enfrentados a una ventana de oportunidad que se cierra, creemos que ha llegado el momento de que el sistema multilateral local demuestre que ha alcanzado la mayoría de edad y que está preparado para unirse a los socios nacionales e internacionales para llevar a cabo una acción verdaderamente transformadora. Este es el compromiso claro e histórico que subyace en el Pacto por el Futuro.
El Pacto pretende formar parte de una iniciativa global comprometida con la esperanza, que demuestre que otro camino es posible y que, colectivamente, los recursos, la capacidad intelectual, las habilidades y el deseo están disponibles en la abundancia necesaria. Lo que ha escaseado es el valor para desafiar las ortodoxias, la voluntad política y el liderazgo audaz.
En este contexto, nosotras las ciudades y los gobiernos locales y regionales de todo el mundo estamos firmemente comprometidas a contribuir a una transformación sostenida y profunda de nuestras sociedades.
Nuestro colectivo pretende llevar a cabo acciones reales, tangibles y constantes en el tiempo, en las que los ciudadanos y las ciudadanas individuales, los hogares y las comunidades desempeñen un papel activo y protagonista. Aunque las ciudades -de todos los tamaños- ya han demostrado resultados significativos, reforzando la noción de sistemas de ciudades: la importante relación entre las ciudades y sus regiones circundantes, siendo ambas mutuamente dependientes del bienestar de la otra, ahora necesitamos urgentemente inspirar un cambio verdaderamente transformador a escala en todas las partes del mundo. Al hacerlo, también pretendemos reforzar la urgente necesidad de sustituir la división y el conflicto por un nuevo imperativo en apoyo de la paz.
A nivel mundial, todos los gobiernos locales, regionales y nacionales deben redoblar sus esfuerzos para cumplir sus compromisos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la Agenda 2030, el Acuerdo de París y la Nueva Agenda Urbana en consonancia con los tratados de derechos humanos. El progreso y el éxito beneficiarán no solo a los ciudadanos de hoy, sino también a las generaciones más jóvenes y a las venideras.
A través de este Pacto para el Futuro, los miembros de CGLU y el colectivo organizado de gobiernos locales y regionales reafirman su compromiso con el poder de la acción colectiva, el empoderamiento, la propiedad compartida, la co-creación y la cooperación y solidaridad internacionales: las piedras angulares de las sociedades armoniosas y sostenibles. Subidos conscientemente a los hombros de las personas que han construido el movimiento durante más de un siglo, celebramos el Poder de Nosotras, para inspirar nuestra visión y cumplir nuestros compromisos. El Poder de Nosotras resume tanto el deseo como el método del movimiento municipal para contribuir a un futuro mejor, más seguro, accesible, pacífico y más igualitario a través de nuestra voz y agencia colectivas. Reafirmando nuestra humanidad común, rechazamos, por tanto, la codicia, los prejuicios y la división, y optamos por situar los CUIDADOS en el centro de nuestro Pacto por el Futuro. El cuidado de los derechos humanos de todas las personas y el cuidado de la integridad de nuestro planeta.
VER TEXTO ORIGINAL EN: https://www.uclg.org/sites/default/files/pactoparaelfuturodecglu.pdf